sábado, 3 de marzo de 2012

Anacronía sobre el 4f


Mientras consumo dosis masivas de información captadas por mis ojos cansados, más rojos que los de un piedrero, después de dos días de no moverme de la computadora tratando de definir que es la globalización. Solo se me ocurre que es una hidra a la que le salen más cabezas a medida de que las cuento, y que si no puedo definirla es porque en ella estoy inmerso, supongo que ha de ser algo así como si un pez tratáse de definir el mar cuando nunca a estado en la  tierra.

Abro el twitter el Facebook, consulto goggle, leo The old man and the see (sí, en ingles y en pdf), consulto Wikipedia, veo porno, hablo con mi novia, en fin, el mundo a través de una pantalla y no puedo definir <<globalización>>. Entonces me siento como Santiago, tirado por un pez que sabe es enorme, pero que aun no ha logrado divisar por completo. Mientras tanto, escucho cantos, gritos, coros y cohetes en la plaza Bolivar de Ejido, no muy lejos de mi ventana, y corroboro así lo  que tanto se dice en las redes sociales y los noticieros: El cuatro de febrero devino fiesta nacional, y a decir verdad, me es indiferente, porque en realidad no se que pasó aquel día, si fue golpe o quijotada; si fue locura o acto de amor; si fue crimen o un acto de justicia (o un intento fallido de justicia criminal, que buscaba matar a un presidente), realmente no lo se, porque estaba muy chiquito cuando eso y lo que pueda saber viene de factores de la sociedad que me echan un cuento diametralmente opuesto al del otro.

 En cambio, lo que si sé es que aun no se sabe cuantos murieron ese día, lo que si sé es que fue un evento que cambió el rumbo de mi país dejando una herida indeleble de puro resentimiento que aún persiste; de tal manera, que alcanza para gobernarnos. Haciendo que sea ese mismo resentimiento de ayer, el que impera en las calles hoy. El mismo que se respira allá donde uno vaya, allá donde no se escucha más hermano o amigo si no escuálido o chavista. Es ese resentimiento el mismo que te espera detrás de cualquier esquina, el que te sigue en una moto o el que deja sin hijos a una madre en cualquier barrio de mi país. 

Insisto, es mucho lo que ignoro, pero lo que sí se es que la historia la cuentan los ganadores y quienes tienen el poder para escribirla, para moldearla y masificarla; hoy más que nunca, cuando la historia se ha hecho inmediata, volviéndose un evento de consumo masivo en tiempo real.

La cara del candidato




El siguiente poema nace de una lectura que hiciera alguna vez de un poema de Charles Bukowski, poema que habla con mucha ironía de algún candidato presidencial obviamente estadounidense, o cuando menos, del llamado “primer mundo”. En dicho poema  Bukowski habla con cierta ironía -con desdén más bien- de lo ideal que es la vida de ese candidato de una clase alta y que tuvo siempre cualquier cosa que pudiera querer o necesitar -al cual, los países desarrollados estan acostumbrados-; realidad muy apartada a la del general, pero que -según mi interpretación- es elegido precisamente por representar ese American dream o estado de bien-estar propio de dichos países; por representar una esperanza de lo que todos pudiesen o quisieran llegar a ser (independientemente del punto de vista de que tan ilusorio pueda ser ese American dream), pensamiento, completamente inaplicable al pensamiento latinoamericano -o al menos eso ha demostrado la historia, nuestra historia, casi en su totalidad-, porque querer ver en un presidente un simbolo de lo que se debe ser es para nosotros una cuestión, no menos que ficticia; para nosotros pensar en un presidente es pensar en alguien que tiene voluntad y poder para que ella se cumpla, de hecho, leí alguna vez en un artículo de El nacional, no recuerdo de quien, algo como: "parece ser una regla general que para ser presidente en Latinoamérica es necesario, al menos, haber estado preso una vez" y si uno piensa verdaderamente lo que implica ir a una prisión y terminar en una presidencia ¿quien puede poner en duda que para nosotros realmente ser presidente es cosa de voluntad?

Es así como el asunto del artículo que mencioné se mantuvo haciendo eco en mi cabeza bastante tiempo, el suficiente, para querer  investigar buscando responderme a mi mismo ¿que tan cierta podía ser aquella afirmación? y no pude menos que re-afirmarla (con algunas excepciones, claro está). Porque sí, si uno echa un vistazo al mapa político latinoamericano se encuentra uno con tantas historias de verdaderos insubordinados de clases bajas que decidieron "cambiar las cosas", aunque también, de representantes de las mejores clases sociales que hicieron lo posible más bien por "mantener las cosas" como ya estaban, pero que de igual manera unos y otros sumieron a sus países en caos revolucionarios o dictaduras que se podrían calificar de fascistas, llegados todos al poder  gracias a una identificación, una conexión profunda con las vicisitudes de las masas -o de sus respectivas clases-; donde gobiernos con discursos moderados encaminados más al progreso que a la resolución de tal o cual contingencia –por las rezones que fueran- terminaron todos derrocados indefectiblemente…

Me lleva a preguntarme: ¿quizá nuestra historia es tan fresca que son muchos los rencores que nos quedan aun por sanar para llegar a ser verdaderamente libres o más bien esa necesidad de una mano fuerte que imponga un orden en las que alguna vez fueron colonias “bárbaras” son simplemente ya un rasgo determinante ya impreso en nuestro ADN? 

No lo sé, pero de todas estás reflexiones nebulosas, inconsistentes, inconexas incluso, nació este poema.   

Ahí está él:

Pasó por todas las resacas necesarias para sentirse uno más del pueblo,
Peleó tantas veces con mujeres que comprendió que no necesitaba una a su lado.
Soldado de tantas batallas, aprendió a solucionar casi cualquier cosa hasta por decreto.
Nunca un pensamiento de suicidio, porque el resentimiento ocupaba la mayor parte de su tiempo.
Y su compromiso de cobrar las cuentas de muchos como él, era más grande.

Conocedor de los dolores del pueblo,
Conocedor del hambre,
Conocedor de la cárcel, desde donde rugías como bestia enjaulada.
Mil veces enamorado, hasta que aprendiste a seducir masas.

Supo caminar descalzo sin bajar la frente
Su hijo es el pueblo, 
Su auto siempre fue el más viejo de todos.
No tuvo un jardín, pero si sabana
¡Fue elegido!


viernes, 2 de marzo de 2012

quiero fumarme el mundo



En una noche de insomnio quiero fumarme el mundo.
Sí, debe ser bueno enrollarlo en papel usando letras 
              y sin más prenderlo en candela.
Ver como el mundo se desvanece y con el también mis ideas

¿Sí, como será?

Llenarse uno de mundo mientras el humo te vacía la cabeza
¿Cómo será?
Sentirte como  Bin Laden viendo arder las torres gemelas
Al menos
Ver como arde el mundo en letras
Ver como arden políticos y políticas
         Patriotismos y fronteras
Voy a hacer cinco anillos de humo
Uno por cada continente que tiene el planeta.
Empezaré por América
Voy a fumarme Hopies y Mayas
Yanomamis y Aztecas
Me voy a aspirar las líneas de Nazca 
Los Moais de Isla de Pascua

Voy a fumarme desde Canaima hasta las Vegas

     Caracas Este y Oeste
Hasta el teleférico de la Charneca
     Me voy a fumar el ALBA
A Cuba, a Castro a Habana la vieja.
Fumarme Australia
Quizá, también alguna otra isla que este por ahí cerca
                        Fiji, Vanatu, Tasmania
¿Por qué no llegar a Indonesia?
Quiero fumar la Ayers Rock
Quiero fumar un Didjeridoo
Viajar en la bolsa de un kangaroo
Dilucidar al fin que coño es un ornitorrinco
Saber si es pájaro, reptil o mamífero
Quiero saber que vaina es esa.
Ahora voy a fumarme Europa, voy a fumarme a la vieja.
           A sus princesas, a sus ladies
“God save the Queen” 
porque me voy a fumar a la reina
Al Papa
Castillos medievales, templarios, moros y cataros
Emperadores romanos y hasta mafiosos sicilianos
Voy a fumar a Zaratustra y al lobo estepario
De Europa fumarme cuantas cosas más quisiera.
Hasta llegar al medio oriente y fumar Irak, Afganistán, Arabia y a la enigmática Persia
Si sigo, me van a faltar letras
Me faltan filósofos griegos, Maquiavelo
Y uno que otro rave incluyendo sus pepas.
                       Voy a fumarme Asia
De la tierra del Fuji quiero probar una geisha
               Fumarme a godzilla
Fumar no a las chinas 
si no a las Coreas

A la Vietnam de Ho Chi Ming, el comunismo de Mao
De los chinos fumar su inteligencia
Y aunque no se si son chinos o europeos
              Voy a fumarme Rusia
A sus zares, a su Kremlin
La plaza roja, Gorbachov, la perestroika
Rasputín el monje de la mirada misteriosa
A sus nihilistas perdidos en los bosques de Siberia.
Por último me fumo el África en llamas
                   El África negra
A su rey Salomón, a su reina de Sabá
En hojas de un baobab voy a fumar leones y diamantes
Jirafas y elefantes
Mujeres de ébano que bailan alrededor de una hoguera
Pueblos Mazáis y Dongón
   Pigmeos del Kalahari
Quiero fumar Egipto y lo que sus pirámides encierran
Quiero fumar Marruecos, sus callejones llenos de misterios y especias
Finalmente
Etiopia
Para ser victima de una rásta epifanía.





¿Entonces cómo es la cosa?



Déjame comenzar diciéndote que soy opositor, que no me gusta este gobierno, porque pienso que trece años es mucho tiempo y simplemente creo en lo que nos dijo Bolívar, aquello de que no era bueno dejar que un hombre se acostumbrara a mandar y menos aun a que el pueblo se acostumbrara a obedecerlo. Soy opositor porque trece años se han perdido en una constante crítica hacia una cuarta república que nos hundió como sociedad en el atraso y la dependencia, pero que la quinta no ha mejorado gran cosa ¿o es que no seguimos hoy acaso en un país mono-productor? con un estado que se hace llamar socialista porque a según, nacionalizó el petróleo –como si alguna vez hubiese sido privado-. Si el gobierno de hoy “nacionalizó” el petróleo fue para comprar lealtades y repartir la plata necesaria para pagar una revolución (¿quizá la de los medios de consumo?) que se dice antiimperialista, anticapitalista; pero que del imperio yankee  y de oligarcas latinoamericanos (brasileños, argentinos, uruguayos, entre otros) es que importa lo que se come, se pone y comercia. Insisto, si el gobierno de hoy nacionalizó todas las industrias básicas entonces ¿Por qué no hay cemento, por qué no hay cabilla, por qué no hay gas, por qué se va la luz? 

Déjame decirte por qué, porque hoy, en Venezuela se consume como en el 2021 pero se produce y se roba como en el 89, es decir, la revolución no tiene logros, la revolución es solo una extensión en el tiempo de aquel pasado del que venimos, si quieres, una niña malcriada que reniega de la madre que la parió, y cuando uno se da cuenta de eso nota que el asunto es solo lingüístico, retórico más bien. Todo se trata de generar matrices de opinión que logran desviar el pensamiento crítico en banalidades, si me dices que no, solo te digo: mira como al país se le cambió el nombre, se le cambiaron los símbolos, se le  hicieron órganos nuevos, incluso el horario es otro, pero aparte de que el poder cambió de manos y los ministerios de nombre, en esencia, todo sigue igual.

-Le pregunto a mi amigo Parra
-¿Acaso el pueblo no extraña aquella Venezuela saudita, donde abundaban los dólares y todo se compraba en Miami?
-A lo que me responde con desdén
-¿y cuando cambió esa vaina?
Lo que pasa es que ahora lo disfrutan otros.

Hablar sobre nuestro estado y nuestra sociedad de hoy es algo muy complejo, porque en Venezuela la historia es tan inmediata y los fenómenos sociales tan enrevesados que son verdes y de tres cabezas, y lo que dice Parra es cierto, los privilegios cambiaron de manos pero seguimos en las mismas, pero lo que da arrechera es saberlo; y a pesar de todo, es necesario reconocer que la revolución a hecho madurar al pueblo incluyendo en la agenda pública al trabajador, a los militares, a los pobres, a los indigenas, y tantos otros grupos de los que nunca se hablaba y a los que nunca, dicho sea de paso, nunca se les dejó hablar; y A pesar de la inflación y la crisis (que nunca han dejado de existir), hoy el obrero y el militar; la domestica y el bedel, cobran como nunca, la ley los ampara como nunca y también consumen como nunca (independientemente de lo demagógica que puede resultar la inclusión).

Al final en este gobierno nadie ha salido del barrio, pero es verdad que en el barrio  ya no se come perrarina, y quienes nunca han tenido nada saben como ser agradecidos. Mientras los burgueses que tanta paja hablan siguen comprando barato lo que el gobierno nacionaliza para -como nunca hay- seguir vendiendo bien caro y seguir llenándose del billete, necesario para comprar el dólar negro con el que comercian tan informalmente como cualquier buhonero para sobrevivir a la crisis, aunque no tanto como los enchufados que manejan divisas como les da la gana y que sonrientes dicen que aquí: "crisis no hay".

                                                                             Si no me creen pregúntenle a Rosines. 

  
Y Mientras todo eso ocurre, hay un problema que nos aqueja a todos, que no discrimina colores ni clases: La inseguridad. Si esto fuera un país de primer mundo, podría hablarse incluso de una conspiración, pero no; ya que la responsabilidad (o la costumbre) la asumió el ciudadano; y a pesar de que no se come perrarina siguen ahí los techos de cartón y la miseria creciente.

¿Entonces cómo es la cosa al final? 

¿estamos mejor o peor que antes?