viernes, 2 de marzo de 2012

¿Entonces cómo es la cosa?




Déjame comenzar diciéndote que soy opositor, que no me gusta este gobierno, porque pienso que trece años es mucho tiempo y simplemente creo en lo que nos dijo Bolívar, aquello de que no era bueno dejar que un hombre se acostumbrara a mandar y menos aun a que el pueblo se acostumbrara a obedecerlo. Soy opositor porque trece años se han perdido en una constante crítica hacia una cuarta república que nos hundió como sociedad en el atraso y la dependencia, pero que la quinta no ha mejorado gran cosa ¿o es que no seguimos hoy acaso en un país mono-productor? con un estado que se hace llamar socialista porque a según, nacionalizó el petróleo –como si alguna vez hubiese sido privado-. Si el gobierno de hoy “nacionalizó” el petróleo fue para comprar lealtades y repartir la plata necesaria para pagar una revolución (¿quizá la de los medios de consumo?) que se dice antiimperialista, anticapitalista; pero que del imperio yankee  y de oligarcas latinoamericanos (brasileños, argentinos, uruguayos, entre otros) es que importa lo que se come, se pone y comercia. Insisto, si el gobierno de hoy nacionalizó todas las industrias básicas entonces ¿Por qué no hay cemento, por qué no hay cabilla, por qué no hay gas, por qué se va la luz? 

Déjame decirte por qué, porque hoy, en Venezuela se consume como en el 2021 pero se produce y se roba como en el 89, es decir, la revolución no tiene logros, la revolución es solo una extensión en el tiempo de aquel pasado del que venimos, si quieres, una niña malcriada que reniega de la madre que la parió, y cuando uno se da cuenta de eso nota que el asunto es solo lingüístico, retórico más bien. Todo se trata de generar matrices de opinión que logran desviar el pensamiento crítico en banalidades, si me dices que no, solo te digo: mira como al país se le cambió el nombre, se le cambiaron los símbolos, se le  hicieron órganos nuevos, incluso el horario es otro, pero aparte de que el poder cambió de manos y los ministerios de nombre, en esencia, todo sigue igual.

-Le pregunto a mi amigo Parra
-¿Acaso el pueblo no extraña aquella Venezuela saudita, donde abundaban los dólares y todo se compraba en Miami?
-A lo que me responde con desdén
-¿y cuando cambió esa vaina?
Lo que pasa es que ahora lo disfrutan otros.

Hablar sobre nuestro estado y nuestra sociedad de hoy es algo muy complejo, porque en Venezuela la historia es tan inmediata y los fenómenos sociales tan enrevesados que son verdes y de tres cabezas, y lo que dice Parra es cierto, los privilegios cambiaron de manos pero seguimos en las mismas, pero lo que da arrechera es saberlo; y a pesar de todo, es necesario reconocer que la revolución a hecho madurar al pueblo incluyendo en la agenda pública al trabajador, a los militares, a los pobres, a los indigenas, y tantos otros grupos de los que nunca se hablaba y a los que nunca, dicho sea de paso, nunca se les dejó hablar; y A pesar de la inflación y la crisis (que nunca han dejado de existir), hoy el obrero y el militar; la domestica y el bedel, cobran como nunca, la ley los ampara como nunca y también consumen como nunca (independientemente de lo demagógica que puede resultar la inclusión).

Al final en este gobierno nadie ha salido del barrio, pero es verdad que en el barrio  ya no se come perrarina, y quienes nunca han tenido nada saben como ser agradecidos. Mientras los burgueses que tanta paja hablan siguen comprando barato lo que el gobierno nacionaliza para -como nunca hay- seguir vendiendo bien caro y seguir llenándose del billete, necesario para comprar el dólar negro con el que comercian tan informalmente como cualquier buhonero para sobrevivir a la crisis, aunque no tanto como los enchufados que manejan divisas como les da la gana y que sonrientes dicen que aquí: "crisis no hay".

                                                                             Si no me creen pregúntenle a Rosines. 

  
Y Mientras todo eso ocurre, hay un problema que nos aqueja a todos, que no discrimina colores ni clases: La inseguridad. Si esto fuera un país de primer mundo, podría hablarse incluso de una conspiración, pero no; ya que la responsabilidad (o la costumbre) la asumió el ciudadano; y a pesar de que no se come perrarina siguen ahí los techos de cartón y la miseria creciente.

¿Entonces cómo es la cosa al final? 

¿estamos mejor o peor que antes?

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